martes, 12 de octubre de 2010
PASTA DAY!!!!!!! RECETA n. 1
Como miembro principal (es un decir) y casi único (eso sí) de la colonia italiana en Cáceres, soy el responsable del Pasta Day que se viene celebrando cada año en mi casa o en la de Victoria. Hoy, 10 de octubre de 2010, presionado por los asistentes al acto, voy a hablaros de las tres pastas que se han preparado y degustado.
La primera no tiene un nombre especial, entonces la llamaré simlemente SPAGHETTI ZUCCHINE, CIPOLLA & PANGRATTATO, que, al fin y al cabo son los nombres en italiano de sus ingredientes.
En realidad en mis recuerdos esta pasta se asocia con una palabra italiana: "sugna", que sería un término poco usual y algo dialectal (está tanto en el diccionario italiano Zanichelli como en el diccionario romanesco de Ravaro) para designar la grasa de cerdo de la que se saca la manteca, pero que se usa popularmente para designar cualquier sustancia alimentaria grasienta. Vamos, que la traducción más cercana al español podría ser "pringue". Y he aqui la historia (y la receta):
Era la primavera de 1989: yo vivía en una casa enorme y vacía, sin apenas muebles, en la zona de Prati, en Roma, barrio elegante construido a finales del XIX para albergar a la nueva burguesía que había invadido Roma tras la anexión a Italia y su proclamación como capital del Reino. La casa, como digo, era enorme: ocupaba dos pisos de un palacete de cuatro, tenía un jardín de unos 40 metros por 50, y medía unos 400 metros cuadrados en total, con muchas habitaciones, un salón de 13 metros por 9, techos de 5 metros de alto, una cocina de 6 x 5 con barbacoa incluida. Me sé las dimensiones porque yo en esa casa estuve viviendo gratis durante tres meses, con la condición de que pintara las paredes. Brocha gorda, una escalera y cientos de kilos de pintura. Un trabajo infinito. Y lento.
Como la casa estaba en una situación muy céntrica (al lado de la estación de metro de Lepanto), todos mis amigos venían a visitarme, y allí estudiábamos, ensayábamos con varios grupos musicales, montábamos fiestas, comíamos y cenábamos (de esa casa os hablaré también con ocasión de otras recetas). Allí un día mi amigo Luca Donnini nos hizo una pasta con los siguientes ingredientes (para 4 personas):
medio kg de spaghetti
2 cebollas cortadas en trocitos finitos
1 calabacín también en trocitos
aceite de oliva
1 diente de ajo
pimienta negra
sal
pan rallado
Sofrió ligeramente el diente de ajo en una sartén con el aceite (poco: el ajo no debe quemarse, y al final se quede quitar antes de servir), luego frió la cebolla triturada y el calabacín. Condimentó durante la cocción con un poco de sal y algo más de pimienta, y cuando todo estuvo bien pocho, la cebolla bien rubia y el calabacín bien dorado, retiró la sartén del fuego para que bajara la temperatura. Fue entonces cuando se produjo la magia: con el sofrito aqún caliente le echamos dos puñados de pan rallado, empezamos a remover despacio con una cuchara de madera, y poco a poco el pan fue absorbiendo el aceite, la cebolla y los trocitos de calabacín. Se fue formando una cremita jugosa. Mi amigo Luca acercó la cara a la sartén, miró con ojos exaltados ese milagro culinario y me dijo con un susurro: "Guarda come s'inzuppa la sugna". O sea: "Mira como se empapa la pringue".
Cuando los spaghetti estuvieron en su punto, los vertimos directamente en la sartén, los removimos para que se "pringaran" bien y los servimos con parmesano rallado.
El resultado fue espectacular: parece mentira que una pasta tan sencilla pueda sorprender tanto. Cuando, al cabo de unos meses, el 10 de junio de 1989, abandoné definitivamente Roma y emigré a España, me llevé el recuerdo indeleble de ese sabor pobre y noble a la vez. Veintiún años después, los participantes en el Pasta Day cacereño han podido probar aquella "sugna" inolvidable.
PS: He preguntado por ahí: muchos italianos, por lo menos del Centro y del Sur, conocen alguna forma de pasta con sofrito de cebolla y alguna verdura. Pero nadie conocía la variante con pan rallado. Sigo buscando su origen (se lo preguntaré a Luca Donnini...).
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