viernes, 23 de octubre de 2009

DE UNICO COQUENDI MODO: LA PASTA Y SU MUNDO
 
 
Cuando los israelitas la vieron, se decían unos a otros:
"¿Qué es esto?" Pues no sabían lo que era.
Moisés les dijo: "Éste es el pan que Yahveh os da por alimento".
Éxodo, 16, 15
 
0. Un día de hace muchos años, en una parada de autobús de la plaza Cataluña de Barcelona, vi a un grupo de chicos italianos acercarse con estupor y preocupación a un enorme cartel que anunciaba unos tortellini pre-cocinados de la marca Gallina Blanca. La superficie de los gigantescos roscos de pasta rellena estaba empapada de una capa espesa y blancucha que pretendía ser nata líquida cuajada. De por sí, el anuncio no tenía por qué sorprender a los chicos, porque los "tortellini alla panna" son un plato norteño de toda la vida, pero, además del aspecto lamentable y poco apetitoso de la imagen del cartel, había algo raro que les llamaba la atención: una manchas verdes, unos fragmentos de alguna hierba que salpicaban la nata y que los pobres italianos estaban examinando muy de cerca, con la nariz casí pegada al anuncio. Me acerqué para escuchar.
"Pero ¿eso qué es?", dijo uno de ellos con un marcado acento boloñés. Diez segundos de silencio. Luego la verdad afloró en las miradas: "¡Es perejil!"
"¿¡¿ PEREJIL?!?"
Con caras desencajadas y muecas de asco el grupo de jóvenes se alejó rápidamente de la parada. Supongo que debieron de sentirse como Amadeo de Saboya el día que abdicó.
0.1 Razonemos sobre este pequeño episodio. ¿Qué es lo que provocó la reacción de los boloñeses ante el anuncio? ¿Y por qué los miles y miles de españoles que vieron aquel anuncio antes y después de ellos no tuvieron ninguna reacción de rechazo (e incluso seguro que algunos llegaron a comprar uno de esos horribles sobres de Gallina Blanca, y los cocinaron y –ay- los comieron?) Aquellos pobres italianos tuvieron la misma reacción que podría tener (supongo) un valenciano al ver una paella con anchoas. O un asturiano al ver una fabada con berenjenas. O un andaluz al ver un salmorejo con miel.
Sobre los códigos culturales relacionados con la comida se ha escrito mucho. Y podría citar otros episodios sobre las reacciones que provoca su involuntaria violación por parte de "profanos". Por ejemplo, recuerdo cómo varios españoles se lanzaron a parar la mano sacrílega de un amigo irlandés sentado en una terraza de Sitges que estaba a punto de rellenar de ketchup el espléndido bocadillo de jamón serrano que le acababan de servir. Resultaron inútiles las protestas del pobre irlandes que no entendía por qué no podía usar el ketchup como con una hamburguesa ("Why not? Ham is meat!"), sobre todo porque el bocadillo estaba untado de tomate (el ‘pa amb tomaca’ de los catalanes): ¿acaso el ketchup no está hecho con tomate?
0.2 Las incomprensiones, los errores, las aberraciones, los gestos sacrílegos que atentan contra el patrimonio gastronómico transalpino (sobre todo en el caso de la pasta) se han ido multiplicando en el mundo después de la segunda guerra mundial, con la difusión internacional de la cocina italiana. Creo que el único fenómeno comparable por características y difusión en el mundo es el de la banalización de la cocina china en Occidente.
Bueno, en este apartado del Blog iré explicando qué es la pasta, cómo se cocina, cómo se come, sus "reglas no escritas", su significado, su importancia. Y también trataré de las tradiciones regionales, de las distintas formas de pasta, de la mística del trigo duro, de las salsas para meditación, de las leyendas, del sentimiento de hermandad, de los beneficios físicos y espirituales que produce el comer a diario, todos los días de tu vida, tus 125 gramos de pasta.
Para que a nadie se le ocurra hacer unos "tortellini alla carbonara". O echarle queso a una salsa de atún. O hervir unos spaghetti durante media hora.
Hasta pronto.